jueves, 1 de abril de 2010

DE HOYA GRANDE... Y QUE!!!!

En el crecimiento de cada ser humano hay personas que nos hacen reír, llorar, nos desilusionan, nos dan consejo o simplemente son parte de la naturaleza de vida.

En el campo hermoso que viví, con una vista espectacular; donde aun se puede apreciar las montanas que forman diversas siluetas, se ve el mar y el reflejo de un sol que cae cada atardecer o simplemente los gallos cantando al amanecer.

El ser Bóricua para mí ha sido la existencia más importante de mi creación, pero haber crecido en Hoya Grande ha sido mi realización personal. Haber crecido en un tradición tan rica culturalmente, donde todo el ano era Navidad, la brisita mañanera por la ventana, el olor a café colado', el cantar del coquí, las tertulias callejeras era todo tan simple, tan sencillo, tan divino. Ha pasado el tiempo; la zona urbana donde la riqueza era valorada por su flora y fauna ahora entra al olvido eterno. Una sociedad con la mira en el valor profundo de un billete, cuando antes con un dólar yo compraba unas tostaditas con mantequilla, el famoso limber y me sobraba una peseta para mis ahorros diarios. El reunirse en familia los domingos no era una decisión, si no una obligación.

Que tiempos verdad? Vivía rodeada de personajes tan interesantes que solo me encantaba mirar por la ventana para gozarme cada vez que pasaban junto a mi casa. Juanito alias el Loco, amanecía peleando con un supuesto espíritu que lo aquejaba antes de que saliera el sol. Caminaba desnudo a botar la basura semanalmente y aunque era lo poco que hablaba con la gente, su expresión de poner bloques, encima de bloques y taparlo con cemento formando una larga pared frente a su casa era la manera perfecta de decir lo que sentía.

Freddy Culeco, vivía en una pequeña casa de madera color verde. Para ir al baño tenía que bajar unos 15 escalones de tierra, de la Cerveza Medalla haberlo conocido le hubieran dado un contrato vitalicio como modelo principal, siempre se le veía con la latita dorada en la mano. Hasta el día de su muerte su ataúd fue roseado de lo que para él fue su bebida predilecta.

Laco se apodaba, Alejandro era su nombre tenía un caminar de medio lado, cojo por naturaleza, tomaba café diariamente en la casa de mis abuelos. Era como los gatos alérgico al agua, nunca se peinaba y hacia obras maestras con su orín por toda la calle.

A Elia nunca lo he visto sobrio, con su pelo y barba larga; pudo haber personificado a Jesucristo en cualquier película. Era bien carismático y dentro de su alcoholismo cuando hablaba había que mirarlo y atender lo que decía. Un día me enseno que no importaba la situación del ser humano el respeto hacia los demás no debía ser omitido.

Arturo, caminaba como 2 millas hasta llegar a la tienda de mi padrino Pin; antes de subir jalda arriba; gritaba desde lo lejos por una peseta para comprar cigarrillos. Y de casa en casa pedía café, leche y huevos. Se la pasaba llamando a mi abuela Chabola y decía que era lo mejor que había en el barrio, en eso si tenía toda la razón. Cuando mi abuelita no estaba caminaba 100 pasos y paraba en casa de Don Carlos, un viejito con pelo blanco que al mirarte le podías ver el alma; por supuesto era mi abuelo. Allí se tomaba su café caliente, sentía el amor que Don Carlos traspasaba y se iba cuesta abajo. Nunca supe donde Arturo vivía, lo que si sabía era que no había limitaciones para este buscar sus necesidades.

De los personajes que acompañan mi juventud he aprendido que debo escoger recordar mis raíces porque de ellas saco el fruto y la obra maestra para vivir. Reconozco que en un mundo de carencias el otorgar de corazón nos hace libres y la libertad nos convierte en millonarios. Doy una ovación a mis abuelos por escoger darles vida a mis padres y a mis padres por escoger que yo naciera. Eternamente agradecida por vivir 20 de mis 25 años en Hoya Grande.

Dicen que la mayoría de la gente en Hoya Grande es chismosa, claro porque si unes el árbol genealógico de los residentes descubres que venimos de la misma sepa. Y definitivamente entre familia todo se sabe. Al fin en Hoya Grande somos eso mismo un grupo de gente en una Hoya bien Grande; como dicen por ahí nadie sabe lo que está en la olla más que él lo menea.

Si vuelvo a nacer quiero ser de Hoya Grande... Porque de Hoya Grande vengo y en Hoya Grande terminare.

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